Porque encontrar trabajo no es fácil, porque el trabajo que tienen no les satisface… o sencillamente porque tienen una gran idea y creen en ella, cada vez son más los que se deciden a montar su propio negocio. Pero ¿cómo se hace?
Ser emprendedor consiste en ver, planificar, organizar, actuar… y lanzarse a la piscina. No hay empresa sin oportunidad de negocio, ni negocio sin riesgo. Así, la primera tarea es decidir qué ofrecer al mercado y de qué manera.
Arriesgarse es imprescindible, pero lo más sensato es reducir la incertidumbre en la medida de lo posible. Conocer sus fortalezas y debilidades y dedicar tiempo a hacer una buena planificación es abonar el terreno.
¿Valgo para esto?
Quizá hay que fraccionar la pregunta: ¿Tengo iniciativa? ¿Soy empático? ¿Soy emocionalmente estable? ¿Soy una persona organizada? ¿Por qué voy a embarcarme en mi propio negocio? ¿Qué coste personal tendrá esta aventura?
No hay un “emprendedor tipo", pero ser creativo, afable y equilibrado; contar con una buena capacidad de organización y tener presente un objetivo claro facilita la tarea.
“Ser tu propio jefe" es una idea atractiva, que por supuesto tiene sus inconvenientes. Antes de lanzarse a la aventura, es importante imaginar cómo sería el día a día. Si a priori las ventajas parecen mayores que los inconvenientes, quizá sea el momento.
Todos tenemos una empresa en la vida. Si la que tú tienes en mente puede ser un negocio, ¿por qué no intentarlo?
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